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Ryan Ross
Ryan Ross

Conversaciones Con Dios 4 Pdf


3 Poco después de que este material empezara a , supe que estaba hablando con Dios. Directa y personalmente. Irrefutablemente. Y que Dios respondía a mis preguntas en proporción directa a mi capacidad de comprensión. Es decir, me respondía de un modo, y con un lenguaje, que Dios sabía que yo entendería. Esto explica en gran medida el estilo coloquial de la obra y las referencias ocasionales al material recogido de otras fuentes y experiencias previas de mi vida. Ahora sé que todo lo que me ha acontecido siempre en mi vida procedía de Dios, y en ese momento se unía, se conjuntaba, en una magnífica y completa respuesta a cada una de las preguntas que siempre tuve. Y en algún momento del recorrido me di cuenta de que se estaba produciendo un libro; un libro destinado a ser publicado. En realidad, durante la última parte del diálogo (en febrero de 1993) se me ordenó específicamente que se produjeran tres libros, y que: 1. El primer volumen tratara principalmente de temas personales, centrado en los desafíos y oportunidades de la vida de un individuo. 2. El segundo se ocupará de temas más generales, relativos a la vida geopolítica y metafísica del planeta, además de los retos a los que se enfrenta hoy el mundo. 3. El tercero tratará de las verdades universales de orden superior, así como de los desafíos y oportunidades del alma. Este es el primero de los libros, terminado en febrero de En aras de la claridad debo explicar que, puesto que transcribí este diálogo a mano, subrayé o señalé con un círculo determinadas palabras o frases que me llegaban con un énfasis especial - como si Dios las hiciera retumbar -; en la composición tipográfica estas palabras y frases aparecen en cursiva y subrayadas. Tengo que decir también que, tras haber leído y releído la sabiduría contenida en estas páginas, estoy profundamente avergonzado de mi propia vida, que ha estado marcada por continuos errores y fechorías, algunos comportamientos sumamente vergonzosos, y algunas opciones y decisiones que, sin duda, otros consideran perjudiciales e imperdonables. Aunque experimento un profundo remordimiento por el hecho de que haya sido a través del dolor de otras personas, siento una indecible gratitud por todo lo que he aprendido en mi vida, y considero que todavía tengo que aprender por medio de los demás. Pido disculpas a todos por la lentitud de este aprendizaje. Sin embargo, Dios me alienta a perdonarme a mí mismo mis propias faltas y a no vivir en el temor y la culpa, sino seguir intentando siempre - no dejar de intentarlo - vivir una visión más grandiosa. Sé que eso es lo que Dios desea para todos nosotros. Neale Donald Walsch Central Point, Oregon Navidad 1994 CAPÍTULO 1 En la primavera de recuerdo que fue por Pascua -, un fenómeno extraordinario ocurrió en mi vida. Dios empezó a hablar con usted. A través mío. Me explicaré. En aquella época era muy infeliz, personal, profesional y emocionalmente, sentía que mi vida era un fracaso a todos los niveles. Dado que, desde hacía años, había adquirido el hábito de escribir mis pensamientos en forma de cartas (que normalmente nunca enviaba), cogí mi fiel cuaderno de papel amarillo tamaño folio, y empecé a volcar mis sentimientos. Esa vez, en lugar de escribir otra carta a otra persona de la que yo imaginaba ser una víctima, pense que iría directamente a la fuente; directamente al mayor de todos. Decidí escribir una carta a Dios. Fue una carta rencorosa, apasionada, llena de confusiones, deformaciones y condenas. Y un montón de enojosas preguntas. 3




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4 Por qué mi vida no funcionaba? Qué haría que llegara a funcionar? Por qué no lograba ser feliz en mis relaciones? Siempre iba a escapárseme la experiencia de disponer de suficiente dinero? Finalmente - y sobre todo - qué había hecho yo para merecer una vida de continua lucha como la que tenía? Para mi sorpresa, cuando hube acabado de garabatear toda mi amargura, mis preguntas sin respuesta, y me disponía a dejar la pluma, mi mano se quedó suspendida sobre el papel, como si la sostuviera una fuerza invisible. De repente, la pluma empezó a moverse por sí misma. No sabía en absoluto lo que estaba a punto de escribir, pero parecía que iba a acudir a una idea, de modo que decidí dejarme llevar. Y lo que salió fue: Realmente deseas una respuesta a todas esas preguntas, o simplemente te estás desahogando? Parpadeé... y entonces surgió una respuesta en mi mente. La escribí también: Muchas cosas son ciertas... . Pero no sería más agradable que lo fueran ? Y escribí: > Sin que yo lo supiera, había empezado una conversación... y, más que escribir por mi cuenta, estaba escribiendo al dictado. Este dictado duró tres años, y durante ese tiempo no tenía la menor idea de cómo acabaría. Las respuestas a las preguntas que yo expresaba en el papel no me llegaban hasta que no terminaba de escribir completamente cada pregunta y apartaba mis propios pensamientos. A menudo las respuestas me llegaban más de prisa de lo que podía escribir; entonces tenía que garabatear rápidamente para no quedarme atrás. Cuando me sentía confuso, o desaparecía la sensación de que las palabras me llegaban de otra parte, dejaba la pluma e interrumpía el diálogo hasta que de nuevo me sentía - lo siento: es la única palabra que realmente resulta apropiada - para volver a coger mi cuaderno de papel amarillo tamaño folio y reanudar la transcripción. Esas conversaciones todavía duran en el momento en que estoy escribiendo esto. Y la mayor parte se encuentra en las siguientes páginas... las cuales contienen un asombroso diálogo que al principio no podía creer, que luego supuse que me resultaría personalmente valioso, pero que ahora comprendo que estaba destinado a otras personas y no sólo a mí. Estaba destinado a usted y a cualquiera que acceda a este material, puesto que mis preguntas son también las suyas. Deseo que intervenga en este diálogo lo antes posible, ya que lo realmente importante no es mi historia, sino la suya. Es la historia de su vida la que aquí se presenta. Y si este material es importante, lo es para su experiencia personal. De lo contrario no estaría usted aquí, con el en las manos, en este momento. Así pues, vamos a iniciar el diálogo con una pregunta que me había estado formulando durante mucho tiempo: cómo habla Dios, y a quién? Cuando lo planteé, he aquí la respuesta que obtuve: Hablo a todo el mundo. Constantemente. La cuestión no es a quién hablo, sino quién me escucha. Intrigado, le pedí a Dios que me lo explicara mejor. Y esto es lo que dijo: 4


6 Esta distinción resulta sencilla con la aplicación de una regla básica: Vuestro Pensamiento más Elevado, vuestra Palabra más Clara, vuestro Sentimiento más Grandioso, son siempre Míos. Todo lo demás procede de otra fuente. Con ello se facilita la labor de diferenciación, ya que no debería resultar difícil, ni siquiera para el principiante, identificar lo más Elevado lo más Claro y lo más Grandioso. No obstante, te daré algunas directrices: El Pensamiento más Elevado es siempre aquel que encierra alegría. Las Palabras más Claras son aquellas que encierran verdad. El Sentimiento más Grandioso es el llamado amor. Alegría, Verdad, Amor. Los tres son intercambiables, y cada uno lleva siempre a los otros. No importa en qué orden se encuentren. Una vez determinado, utilizando estas directrices, que mensajes son Míos y cuáles proceden de otra fuente, lo único que falta es saber si Mis mensajes serán tenidos en cuenta. La mayoría de Mis mensajes no lo son. Algunos, porque parecen demasiado buenos para ser verdad. Otros, porque parece demasiado difícil seguirlos. Muchos, debido simplemente a que se entienden mal. La mayoría, porque no se reciben. Mi mensajero más potente es la experiencia, e incluso a ésta la ignoráis; especialmente a ésta la ignoráis. Vuestro mundo no se hallaría en el estado en que se encuentra si simplemente hubierais escuchado a vuestra experiencia. El resultado de que no escuchéis a vuestra experiencia es que seguís reviviéndola, una y otra vez; puesto que mi propósito no puede verse frustrado, ni mi voluntad ignorada. Tenéis que recibir el mensaje. Antes o después. Sin embargo, no os forzaré. Nunca os coaccionaré; ya que os he dado el libre albedrío - la facultad de hacer lo que queráis -, y nunca jamás os lo quitaré. Así pues, seguiré enviándoos los mismos mensajes una y otra vez, a lo largo de milenios y a cualquier rincón del universo en el que habitéis. Seguiré enviando infinitamente Mis mensajes, hasta que los hayáis recibido y los hayáis escuchado con atención, haciéndolos vuestros. Mis mensajes pueden venir bajo un centenar de formas, en miles de momentos, durante un millón de años. No podéis pasarlos por alto si realmente escucháis. No podéis ignorarlos una vez los hayáis oído verdaderamente. De este modo nuestra comunicación empezará en serio, ya que en el pasado únicamente Me habéis hablado, Me habéis rezado, habéis intercedido ante Mí, Me habéis suplicado. Pero ahora puedo responderos, siquiera sea como lo estoy haciendo en este momento. Cómo puedo saber que esta comunicación procede de Dios? Cómo sé que no se trata de mi propia imaginación? Qué diferencia habría? No ves que puedo utilizar tu imaginación con la misma facilidad que cualquier otro medio? Te traeré los pensamientos, palabras o sentimientos exactamente apropiados; y en un determinado momento, precisamente cuando me venga bien para mi propósito, utilizaré alguna sentencia, o varias. 6


11 Están viviendo su vida del modo como la están viviendo, y Yo no tengo ninguna preferencia al respecto. Esa es la grandiosa ilusión de la que participan Que Dios se preocupa de un modo u otro por lo que hacen. Yo no me preocupo por lo que hacen, y eso les resulta difícil de aceptar. Pero se preocupan ustedes por lo que hacen sus hijos cuando los dejan salir a jugar? Es importante para ustedes si juegan al corre que te pillo, al escondite o a disimular? No, no lo es, porque saben que están perfectamente seguros, ya que los han dejado en un entorno que consideran favorable y adecuado. Por supuesto siempre confiaran en que no se lastimen. Y si lo hacen, harán bien en ayudarles, curarles, y permitirles que se sientan de nuevo seguros, que sean felices de nuevo, que vuelvan a jugar otro día. Pero tampoco ese otro día les preocupará si deciden jugar al escondite o a disimular. Por supuesto, les dirán que juegos son peligrosos. Pero no podrán evitar que sus hijos hagan cosas peligrosas. Al menos, no siempre; no para siempre; no en todo momento desde ahora hasta su muerte. Los padres juiciosos lo saben. Pero los padres nunca dejan de preocuparse por el resultado. Esta dicotomía - no preocuparse excesivamente por el proceso, pero sí por el resultado - describe con bastante aproximación la dicotomía de Dios. Pero Dios, en un sentido, no siempre se preocupa por el resultado. No por el resultado final. Y ello porque el resultado final está asegurado. Y esta es la segunda gran ilusión del hombre: que el resultado de la vida es dudoso. Es esta duda acerca del resultado final la que ha creado a su mayor enemigo: el temor. Si dudan del resultado, dudaran del Creador: dudaran de Dios. Y si dudan de Dios, entonces vivirán toda su vida en el temor y la culpa. Si dudan de las intenciones de Dios - y de su capacidad de producir este resultado final -, entonces cómo podrán descansar nunca? Cómo podrán nunca hallar realmente la paz? Sin embargo, Dios posee pleno poder para encajar las intenciones con los resultados. No pueden ni quieren creer en ello (aunque afirmen que Dios es todopoderoso), y, en consecuencia, han de crear en su imaginación un poder igual a Dios, con el fin de encontrar una manera de que la voluntad de Dios se vea frustrada. Así, han creado en su mitología al ser que llaman . Incluso han imaginado a Dios en guerra con ese ser (pensando que Dios resuelve sus problemas del mismo modo que ustedes). Por fin, han imaginado realmente que Dios podría perder esa guerra. Todo eso viola lo que dicen que saben acerca de Dios, pero eso no importa. Viven su ilusión, y, de este modo, sienten su temor, debido a su decisión de dudar de Dios. Pero qué ocurriría si tomaras una nueva decisión? Cuál sería entonces el resultado? Deja que te diga algo: deberías vivir como Buda. Como Jesús. Como lo hicieron todos los santos que siempre han idolatrado. Sin embargo, como ocurrió con la mayoría de los santos, la gente no te entendería. Y cuando trataras de explicar tu sensación de paz, tu alegría de vivir, tu éxtasis interior, ellos oirían tus palabras, pero no te escucharían. Tratarían de convencerte de que eres tú quién no entiende a Dios. 11


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